Hipotesis de trabajo

 Las adolescentes que sufren este tipo de violencia pueden padecer ansiedad constante, sentimientos de indefensión  y sensación de no ser dueñas de sus vidas. Este tipo de relaciones pueden provocar graves secuelas psicológicas si no se recibe el tratamiento psicológico adecuado. El aislamiento es una de las mayores secuelas en una adolescente víctima de violencia de género.

Muchas de las menores adolescentes entrevistadas no identifican las conductas de abuso psicológico como violencia de género porque están acostumbradas a ver esto en su entorno: el control de la forma de vestir, de sus amistades, amenazas etc. Restan importancia a lo que les ocurre, les cuesta ver el peligro y su deterioro y se resisten a reconocer lo que les está pasando. Cuando no es identificado se tolera y, finalmente, se acaba normalizando.

Estas adolescentes consideran que la violencia es inevitable en una relación de pareja. Incluso pueden llegar a identificar una conducta de ciberacoso como amor, preocupación o interés en lugar de considerarlo como un intento de control y dominio y no consideran, por ello, la necesidad de pedir ayuda a sus familiares o a profesionales.

Existe, también, entre estas menores adolescentes, una escasa percepción del riesgo para realizar determinadas conductas a través del móvil o de Internet, como el envío de imágenes íntimas o, incluso, de contenido sexual. En el momento de hacerlo, no se paran a pensar en las consecuencias que esto podía conllevar, lo ven como un acto de intimidad entre ella y su pareja y confía demasiado en la discreción de ésta última y en el amor que le profesa

Es un riesgo que la menor adolescente haya padecido una experiencia previa de maltrato, porque en este caso pensará que merece ser maltratada.

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